Estrategias de afrontamiento para manejar el estrés

En el tormentoso mar de la vida, todos nos enfrentamos a olas de desafíos que pueden poner a prueba nuestra capacidad de navegar, como el estrés. Una tensión mental que surge cuando percibimos que las demandas de una situación superan nuestros recursos disponibles.

He aquí donde entran en juego las estrategias de afrontamiento, herramientas que nos permiten enfrentar las adversidades de manera efectiva, protegiendo nuestro bienestar emocional y psicológico. La clave para navegar estas aguas turbulentas, sin embargo, reside en la evaluación subjetiva que hacemos de cada situación.

Es decir, quienes se perciben como frágiles o incapaces, pueden sobreestimar la dificultad del desafío y sucumbir ante la sensación de impotencia. Por el contrario, quienes se consideran autónomos y capaces, afrontarán las situaciones con mayor confianza, incluso cuando la realidad exija apoyo externo.

El pilar para un afrontamiento efectivo radica en el equilibrio. Encontrar un punto medio entre la confianza en nuestras propias fortalezas y la capacidad de reconocer cuándo la ayuda de otros es necesaria. A continuación exploraremos las diferentes estrategias de afrontamiento que podemos emplear para enfrentar las adversidades de la vida.

Estrategias de afrontamiento para manejar el estrés

El estrés se percibe inmediatamente como un cambio negativo en el estado de ánimo que nos caracteriza, con un impacto emocional desestabilizador que socava las certezas sobre nuestra forma de ser y relacionarnos con el mundo.

Desde esta perspectiva, las estrategias de afrontamiento pueden considerarse estrategias cuyo objetivo principal es restablecer la propia estabilidad emocional.

Richard Lazarus, uno de los primeros estudiosos que se ocupó de la influencia del estrés en la vida de las personas, identificó tres estilos de afrontamiento que hacen referencia a los tres tipos de estrategias más utilizadas para defenderse del impacto emocional de situaciones estresantes.

La estrategia utilizada, dependiendo de las formas en que se intente estabilizar el estado emocional, puede en ocasiones crear equilibrios psíquicos y relacionales disfuncionales. Veamos cómo.

Afrontamiento centrado en el problema

Este estilo de afrontamiento se caracteriza por su enfoque proactivo y orientado a la acción. Se trata de tomar el control de la situación y buscar soluciones creativas para superar el obstáculo que genera estrés. Las personas que utilizan este estilo se enfocan en:

  • Identificar el problema
  • Buscar soluciones
  • Tomar decisiones
  • Buscar apoyo

Las terapias cognitivo-conductuales son un ejemplo de enfoque que refuerza este tipo de habilidades. A través de técnicas como la reestructuración cognitiva y la exposición gradual, las personas aprenden a identificar y modificar pensamientos negativos, desarrollar conductas más efectivas y enfrentar situaciones desafiantes.

Afrontamiento centrado emocionalmente

Tiene como objetivo disminuir el malestar emocional provocado por el evento estresante. Las personas que implementan este tipo de estrategia mantienen bajo control las emociones perturbadoras mediante conductas de evitación, melancolía y atribución de responsabilidades a otros.

Esta estrategia aparentemente elimina el malestar pero en realidad puede favorecer o agravar estados ansiosos y síntomas depresivos, creando dificultades relacionales y círculos viciosos que pueden conducir a trastornos patológicos más o menos graves como ataques de pánico, ansiedad social, trastornos obsesivo-compulsivos, depresión.

Afrontamiento orientado a la evitación

Tiende a evitar la situación problemática y, en consecuencia, las emociones relacionadas con ella. Es una de las estrategias de afrontamiento que también puede resultar disfuncional.

De hecho, las estrategias de evitación impiden la posibilidad de tomar conciencia de los propios estados emocionales y de encontrar formas más adecuadas de regularlos.

Las emociones perturbadoras, en estrategias de evitación, suelen ser “sedadas” mediante conductas nocivas para la salud como el abuso de alcohol, drogas, tabaquismo o trastornos alimentarios.

Además, evitar la confrontación con situaciones difíciles impide experimentar y perfeccionar las habilidades de resolución de problemas, lo que empobrece aún más las estrategias para gestionar las dificultades.

¿Cuál es la estrategia idónea para manejar el estrés?

Más recientemente se ha prestado atención a una forma de afrontar los acontecimientos estresantes que nos permita prevenir situaciones potencialmente problemáticas o que reduzca su impacto estresante, esto es el afrontamiento proactivo.

A diferencia de estrategias reactivas que se activan ante la presencia del estrés, el afrontamiento proactivo se caracteriza por tres elementos clave:

  • Iniciativa individual: No se trata de esperar a que el estrés nos golpee, sino de tomar las riendas y anticiparnos a las situaciones potencialmente problemáticas.

  • Orientación al cambio: En lugar de resignarnos a sufrir pasivamente, buscamos modificar los acontecimientos en nuestro propio beneficio.

  • Enfoque en el futuro: Adoptamos una perspectiva positiva, visualizando un futuro donde hemos superado los obstáculos y aprendiendo de las experiencias.

¿Cómo funciona?

El individuo proactivo no solo se anticipa, sino que también desarrolla las habilidades necesarias para afrontar los desafíos. Esto implica:

  • Fortalecer la autoeficacia: La creencia en nuestra capacidad para influir en los eventos y encontrar soluciones es fundamental.

  • Desarrollar recursos cognitivos y relacionales: Buscamos herramientas y apoyo para enfrentar las dificultades.

  • Adaptar estrategias emocionales: Aprendemos a regular nuestras emociones de manera saludable, evitando la rumiación y la impotencia.

¿Cuándo es útil?

El afrontamiento proactivo es especialmente efectivo en dos tipos de situaciones:

  • Prevención: Nos permite identificar y abordar factores que podrían desencadenar estrés, reduciendo su impacto.

  • Modificación: Cuando no podemos cambiar la situación, buscamos reinterpretaciones positivas que le den valor a la experiencia, incluso en casos de dolor o pérdidas.

¿Cómo desarrollarlo?

Si bien la proactividad está influenciada por nuestra personalidad y experiencias pasadas, podemos cultivarla con acciones concretas:

  • Establecer metas: Definir objetivos claros nos brinda dirección y motivación.

  • Planificar con anticipación: Anticipar posibles obstáculos y desarrollar estrategias para afrontarlos.

  • Aprender de experiencias: Analizar las dificultades pasadas para identificar lecciones y fortalezas.

  • Desarrollar resiliencia: Cultivar la capacidad de adaptarse a los cambios y superar adversidades.

  • Buscar apoyo social: Rodearse de personas positivas y comprensivas.

Ojo, el afrontamiento proactivo no es una armadura mágica que nos hace inmunes al estrés. Es una herramienta poderosa que, sin embargo, nos permite convertir las dificultades en oportunidades de crecimiento y fortalecer nuestra capacidad de adaptación.

Conclusiones

Al igual que los marineros experimentados que surcan los mares más bravos, nosotros también nos enfrentamos a las tormentas del estrés en el viaje de la vida. Así como ellos, tenemos a nuestro alcance herramientas para navegar estas aguas turbulentas con resiliencia y equilibrio: las estrategias de afrontamiento.

Y es que nos permiten desarrollar la capacidad de enfrentar los desafíos de manera efectiva, protegiendo nuestro bienestar emocional y psicológico. Eso sí, encontrar el equilibrio entre la confianza en nuestras propias fortalezas y la capacidad de reconocer cuándo la ayuda de otras personas es fundamental.

No se trata de negar nuestras capacidades, sino de ser humildes para reconocer que no siempre podemos solos/as. Institutret, por tanto, te acompaña en este viaje. Ofrecemos herramientas y apoyo para ayudarte a desarrollar las habilidades necesarias en función de que navegues el mar del estrés con éxito.

Contacta con nosotros y descubre cómo podemos ayudarte a alcanzar la calma en medio de la tormenta.

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